Los ecos de la guerra infinita llegaron a un anodino páramo coronado con una torre de piedra, remanente de tiempos pasados más civilizados. En dicha planicie, se sabía de un suministro de recursos muy preciados que iba a caer en las proximidades, tras la captura de un desafortunado carguero imperial. Este cargamento dotaría, a las fuerzas que lo requisaran, de notables mejoras en su ascensión armamentística. Las voraces fuerzas del Caos de los Carniceros de Horus, conociendo esta información, se desplazaron con celeridad al punto en cuestión, dispuestos a hacerse con el cargamento en el acto.
No obstante, no resultaría una tarea tan sencilla. Una pequeña fuerza necrona perteneciente a la dinastía Achynekh, aparecería de la nada para disputar la obtención de esta carga. Quién sabe el motivo de su llegada: tal vez los caóticos acababan de despertar un Mundo Tumba hasta ahora desconocido; o quizás simplemente los desalmados androides rastrearon a sus contrincantes y decidieron dar caza a los Carniceros. Lo único certero es que esta hueste, conocida como los Centinelas de Piedra Negra, no cederían ese terreno y recursos por las buenas.
Al comenzar la batalla, los necrones ocuparon rápidamente dos puntos clave en el campo de batalla. La Falange Férrea, una escuadra de Inmortales con Bláster Gauss, cubría la retaguardia. Mientras su líder, Menkekh el Alzado, Señor Supremo de la dinastía Achkynekh y su guardia personal de Necroguardias -los Escudos de Obsidiana- formaron en vanguardia, creando un impenetrable muro de espadas hiperfásicas y escudos de dispersión.
Los feroces Cazacabezas cargaron en primer lugar, y en una reacción de fuego defensivo por parte de los inmortales, perdieron a un compañero. Esto hizo que su carga fracasara. Aunque para mayor sorpresa, la del propio Kilich, que tampoco pudo preparar su ofensiva a tiempo y se quedó en el lugar donde cayó, junto a los Cazacabezas.
No obstante la otra escuadra, los Vultures, sí que pudieron alcanzar a los inmortales, y una lluvia de ataques de espada sierra golpearon sin piedad la piel metálica de los necrontyr. Sin embargo, el metal necrón es duro y solamente un inmortal cayó a causa de las heridas. La respuesta de la Falange Férrea no se hizo esperar, y la extraña radiación que desprenden los necrones de esta dinastía favoreció a que la resistencia de los raptors se viera comprometida. Los inmortales lograron matar a cuatro Vultures en los ataques de vuelta. Quedando un solo marine combatiendo con los inmortales, la necroguardia intentó neutralizar a Kilich y su prole, evitando que pudieran atacar a los inmortales, pero no llegaron a alcanzarlos. Esta oportunidad fue suficiente para el Siegavidas y sus raptors, que se movieron rápidamente, ignorando a los lentos guardias, y fueron a apoyar al solitario Vultur que lidiaba con los inmortales. Con una violencia espeluznante, lograron acabar con la Falange, no sin antes perder al último raptor de la primera escuadra de Vultures en el intercambio de golpes. Los Marines del Caos habían logrado quedarse con el objetivo natal necrón. Pero nunca se debe ignorar a la silenciosa necroguardia. Menzekh dio la orden y los Escudos de Obsidiana cedieron el control de la Torre para acercarse a Kilich y los Cazacabezas. En una demoledora ofensiva, los Escudos de Obsidiana lanzaron un torrente de tajos hiperfásicos que eliminarían a todos los raptors y al propio Kilich Siegavidas, que
tendría que retirarse por sus serias heridas, para regresar en otra batalla.
Una vez recuperada la retaguardia necrona, la alegría de los Centinelas duraría poco. La información de los satélites imperiales que custodiaban el carguero haría perder el valor de ese punto de batalla, dando a entender que los suministros caerían en campo caótico o en la propia Torre central.
La escuadra Göyak y la escuadra Dalih Unojo, que habían visto desde la distancia como su líder y sus fuerzas de élite eran eliminadas sin esfuerzo, tendrían que aprovechar su momento para tratar de obtener los valiosos suministros. Los Dalih Unojo, permanecían firmes en sus ruinas, rezando porque llegara cuanto antes el cargamento, mientras que los Göyak corrían al centro, para tratar de colocarse cerca de la Torre y optar por disputar el tesoro cuando llegara.
Aunque, cuando alcanzaron la Torre, un nuevo revés frustró las esperanzas necronas. La redes espía confirmaban que los suministros caerían en las ruinas donde estaba la escuadra Dalih Unojo. La escuadra Göyak sabiendo esto, y aun pudiendo retroceder para huir de la intratable guardia necrona, decidió hacer de escudo humano y así hacer ganar tiempo a los Marines del Caos.
Los Escudos de Obsidiana, aun conociendo el fracaso en su misión, cargaron sin piedad a los valientes Göyak que vieron, antes de ser alcanzados por las espadas hiperfásicas, como sus compañeros Dalih Unojo se hacían con todo el cargamento de suministros, haciendo así que los Marines Espaciales del Caos obtuvieran una costosa victoria.
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