Hoy os dejo una breve reseña de una partida que nos enfrento a David y a mi. El objetivo era abandonar el campo de batalla por el lado contrario de la mesa.
La
campaña había sido un rotundo éxito. Las experimentadas fuerzas de los Ángeles
Sangrientos no pudieron hacer nada para salvar el planeta Orbigus del ataque
del Caos.
Todo
empezó meses atrás cuando numerosas naves caóticas aparecieron en las
inmediaciones del planeta, rápidamente acabaron con las defensas
exoplanetarias, una a una fueron cayendo todas las estaciones de defensa gravítica
y una vez que las grandes naves del caos mitad maquina mitad demonio se
anclaron a la orbita del planeta, comenzaron a vomitar Marines y vehículos
sobre la superficie del planeta.
Una
vez en la superficie, las tenaces tropas de la FDP de Orbigus y su potente
sistema defensivo apenas pudo enfrentarse al invasor, no hacía falta ser una
gran estratega para saberlo, y por ello el alto mando de Terra desvió varias
secciones del capítulo de los Ángeles Sangrientos para salvar el planeta del
ataque caótico.
El
enfrentamiento no fue limpio, tampoco honroso, pero fue rápido. Probablemente
no exista ningún general en la galaxia capaz de enfrentarse a una fuerza
combinada de Guardia de la Muerte y Legión Negra las cuales se impusieron rápidamente
a los Ángeles Sangrientos.
El
trabajo ya estaba hecho, el planeta arrasado, ya solo quedaba retirarse del
planeta antes de que fuera destruido.
Pero Fesmus El Pestilente estaba más inquieto de lo habitual estaba observando mirando al cielo hacia las grandes naves del Caos que orbitaban el planeta. Hasta el se acercó Raghtor Padregusanos, antes de que pudiera decir nada, Fesmus que ni siquiera se había girado hacía él cuando lo oyó llegar le espetó: - ¿Puedes recordarme que ordenes nos dieron?
- Bajar a la superficie y acabar con todo rastro de vida que
encontremos, Señor. - Contestó de forma marcial a la vez que se cuadraba, acto
que resultó hasta cómico por el movimiento descontrolado de los tentáculos que
se retorcían por debajo de la armadura.
- ¿Y
porque nos hicieron bajar cuando podían hacerlo directamente desde el cielo?
Raghtor sorprendido por
la respuesta de su señor alzó la vista al cielo en busca de una explicación. Y
rápidamente se dio cuenta de la gravedad de la situación, las grandes naves del
Caos a miles de metros de altura se veían pequeñas pero una tenue luz empezaba
a crecer poco a poco en ellas.
Incrédulo
Raghtor preguntó:
¿Extermiantus, señor? ¿Usted lo sabía?
Fesmus se giró hacia él: ¡Exterminatus!, avisa a todos, vamos a los transportes, hay que evacuar yo no quiero morir en este planeta.
Ya
estaban cerca de los transportes ante ellos se abría un desierto con
estructuras pétreas mitad árbol mitad roca. Pero en el horizonte se empezaron a
dibujarse siluetas astarte. Entre la tropa de Los Confinamundos ya había
corrido la noticia de lo que iba a ocurrir y la importancia de abandonar el
planeta lo antes posible, al ver las siluetas, Molgh
Thraxx encendió su espada sierra a la vez que murmuraba:
-
Más Ángeles Sangrientos, el destino ya está escrito para todos, ellos o nosotros.
–
Pero
rápidamente Raghtor Padregusanos lo
corrigio:
- No sargento. No son Ángeles Sangrientos, es la Legión Negra de Killich Siegavidas.- Poco a poco el viento fue trasladando el polvo del campo de batalla y se empezaba a adivinar la fuerza que se presentaba frente a ellos, el Conjuraplagas tenía razón. Da igual quienes sean, se interponen entre nosotros y nuestra salida de este planeta ya sentenciado. Carguen no dejen a nadie con vida hay que llegar al otro lado.
Los Motores del Dron Fétido aceleraron y llevaron el engendro demoniaco hasta los limites de una de esas extrañas formaciones rocosas que salpicaban el campo de batalla, tras él, un grupo de estupidos plagabundos lo seguían guiados probablemente por el estruendo de sus motores. De forma repentina dos grupos de Havocs apareció al otro lado de la estructura mitad roca mitad árbol y se lanzaron sobre el ingenio demoniaco el cual disparó todo su arsenal pero fue insuficiente para parar la carga combinada, detrás de ellos la silueta de Killich Siegavidas equipada con su imponente arma se unió al combate. El ataque fue letal para el dron fétido pero lo suficientemente prolongado para que los muertos vivientes llegaran al combate y aunque no pudieron salvar al ingenio demoniaco se abalanzaran sobre el enemigo los cuales, ante el empuje, huyeron precipitadamente.
Mientras
un Cargaplagas Méfitico se emplazaba en el centro del campo de batalla disparando
sus cohetes y su potente cañón de fusión a cualquier enemigo que se asomara
entre las formaciones pétreas.
En el flanco izquierdo “Fesmus El Pestilente” avanzó acompañado de la unidad de Molgh Thraxx y su leal lugarteniente Raghtor Padregusanos, Cuando ya se aproximaban a una de estas formaciones mitad roca mitad árbol apareció de forma sorpresiva un imponente Dreadnought inmediatamente los Marines de Molgh Thraxx dispararon todo su arsenal sobre la maquina. De entre los dedos de Raghtor surgió primero un ligero chisporroteó que rápidamente se convirtió en un potente rayo de luz cegador que impactó directamente en el pecho del Dreadnought, acto seguido y sin tiempo para reaccionar los Marines se abalanzaron sobre la maltrecha maquina y a base de asestarle puñaladas traperas con sus cuchillos de plaga acabaron con el enemigo, a escasos metros unos incrédulos Marines de la Legión Negra vieron lo ocurrido y en pleno frenesí por destruir la maquina los Marines Plagosos se abalanzaron sobre el nuevo enemigo los cuales sin tiempo para reaccionar sucumbieron rápidamente.
Las Fuerzas de la Legión Negra ya habían sido prácticamente eliminadas. Una unidad de exterminadores seriamente diezmada por el incesante bombardeo del Cargaplagas Méfitico se erguía en medio del campo de batalla, junto a ellos, Killich Siegavidas la cual había llegado hasta ellos huyendo del ataque de los Plagabundos “Podridos Eternos”. Allí en medio de la nada y sin capacidad para protegerse de los disparos enemigos el Señor de la Guerra fue eliminado junto a su escolta.
Pero
no había tiempo para celebraciones, Los Confinamundos no podían demorarse, y debían
llegar rápido a los transportes y abandonar el planeta. Orbigus ya estaba
sentenciado y todo lo que quedara en él también. Las naves del Caos estaban
trabajando a plena potencia la energía pura que se estaban acumulando en sus
armas pronto se convertirían en un rayo de pura destrucción que arrasaría todo
el planeta y lo reducirían a un nuevo cúmulo de asteroides, Orbigus quedaría
totalmente destruido y pronto sería olvidado. No sería la primera vez.